Historia de un balcón
Llegó la noche
con el preámbulo de un ocaso,
la pálida ciclope,
espejo del sol,
te ilumina despampanante
en el balcón.
Yo te miro de espaldas,
tu contemplas la ciudad alocada,
y me acerco por detrás
con pasos sigilosos
que esconden una prematura
desesperación.
Te tomo de la cintura
y te abordo distraída,
tu sonrisa en mueca de susto
me da la bienvenida.
Me siento invadido
por una emoción singular,
y así recojo tu pelo
para en un hombro
dejarlo descansar,
con una caricia en tu cuello marco el lugar
donde un dulce beso dejaré reposar.
Mis labios al fin tocan tu piel
y te estremeces…
Después mi víctima
es el pómulo tentador,
una palabra bañada de urgente romance
es íntimamente pronunciada
en tu oído
que esperaba alentador,
y tu respuesta innata
es un sentido escalofrío
que te recorre,
movilizándote en cosquillas mujer.
Con los ojos cerrados
exhalas tu vibrar al vacio
y el viento se lo lleva
a la nocturna inmensidad
de la ciudad.
Tus hombros desnudos
me someten al hipnotismo
de llevar mis manos tibias
a desfallecer
sobre lo cándido de lo prohibido.
Esto solo el comienzo
aquí no habrá silencio
y la madrugada se entrega
a la oscuridad deseada,
de una habitación excitada
donde mi corazón arrogante,
sólo buscará enamorarte.