En un delicioso abrigo
El viento con sus manos de tenues brisas
juega en todos los rincones
de nuestra casa,
las puertas están abiertas
así entra el frescor,
y todas las ventanas se entrecierran
saludando al compás de su voz,
cuando me lee poesía.
Todo en ella se ilumina,
las palabras en su boca acarician
y yo me siento como un niño,
que de crecer no tiene prisa,
sus ojos suben y bajan entre las líneas
y todas las letras cobran vida, para elevarse,
llevando al alma de paseo por la imaginación
(nos ha quedado pequeña la habitación).
Ella recita y yo me relajo,
casi que me duermo, porque siento paz,
por un rato la magia me habita,
porque las estrofas danzan con sus rimas.
Tal vez amanezca
o tal vez la noche se quede perpetua,
no importa que pase,
ella está conmigo
dándole forma al amor,
ese que nos envuelve…
en un delicioso abrigo.
De Sol Elk