A capela II
Dejé guardado un pedazo del cielo
en el lugar equivocado,
esa noche colgué mi armadura
en un perchero de hielo.
El asfalto tiene venas abiertas
y en sus heridas brotan los pastos,
donde juegan las orugas
y con voracidad devoran la amargura
de las gotas de lluvia,
que mueren con el sol.
Dejé mi cuaderno olvidado en el tren,
corrí subiendo las escaleras
y cada vez más lejano se hacia el andén,
pero llegué,
solo para ver como se alejaba,
la espalda del último vagón.
De Sol Elk
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